miércoles, 3 de julio de 2013
Dejar una capa de piel
En 'Waiting for Bluebeard' ('Esperando a Barba Azul'), el muy hermoso último libro de Helen Ivory, hay una niña que transita por una infancia llena de señales y hay una mujer (o niña-mujer) que brega por no deshilvanarse, por no volverse transparente, en los pasillos de una casa tomada por las sombras. Las personas rompen una cáscara para nacer, o son cosidas como muñecas de trapo. Es posible también desquiciar costillas y desabotonar vértebras; pero aún las transiciones más fluidas son, por definición, dolorosas. Para cruzar el umbral de Barba Azul, se debe pagar el tributo de una capa de piel. No hay peaje de regreso. No hay, de hecho, regreso, aunque la mujer se asome a puertas y ventanas o revisite su niñez; aunque indague la oscuridad con la persistencia y la ingenuidad de quien no alcanza a descifrar los muchos matices del espanto circundante.
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