martes, 16 de febrero de 2010

La hija de la lágrima


A quién no le gusta, en una tarde de lluvia, arroparse en el sofá del living (o, en mi caso, de la buhardilla) con una novela lacrimógena... Y si, además de lacrimógena, es muy entretenida (¡rara combinación!), llena de personajes tan vívidamente delineados que a uno le parece estar frente a ellos, y de diálogos no por improbables menos interesantes, mejor que mejor. Benito Pérez Galdós (1843 - 1920) tiene más de una similitud con Thomas Hardy: uno y otro fueron grandes expositores del naturalismo a uno y otro lado del Canal de la Mancha.
Marianela es uno de esos personajes infelices que los clásicos nos traen constantemente. Como Cosette, es hija de una prostituta y vive de la caridad de una familia ajena. Y si, a diferencia de la otra, no es abiertamente maltratada, tampoco recibe ninguna ternura. Completamente desprovista de educación, no sólo académica sino también moral y/o religiosa, llena con su imaginación todos los baches y vacíos que el mundo a su alrededor le presenta. Galdós la pinta como una especie de niña-mujer, tan fea como frágil, pero dueña sin embargo de una férrea voluntad.
La única persona que demuestra interés (demasiado) por Marianela es Pablo, un muchacho rico, pero desafortunadamente ciego, al que ella hace de lazarillo. A pesar de su condición, Pablo (por oposición a Marianela) tiene nociones muy firmes de la realidad: su padre se ha esmerado en moldear su inteligencia y su sensibilidad, en un contraste con la situación de su acompañante que Pérez Galdós (para quien la educación socio-moral de los pueblos era un tema capital) no se cansa de remarcar.
Pablo, que adora a su amiga Marianela y la ve con los ojos de la mente, hace planes para casarse con ella en un futuro, y la lazarillo se atreve a dejarse llevar por esos sueños optimistas. Las cosas se complican cuando llega al pueblo Teodoro Golfín, 'self-made man' y médico, un personaje vivaz y bondadoso por cuya boca se expresan muchas de las opiniones personales del autor. Golfín es oftalmólogo y está dispuesto a intentar devolverle la vista a Pablo, cosa que, si llegara a suceder, podría tener enormes consecuencias no sólo para el beneficiado sino para su pequeña acompañante, Marianela.
En fin, una novela colorida, buen retrato del momento histórico en el que se desarrolla, y también de un autor que no perdona a la sociedad mezquina y retrógrada de su época.
Es una lástima que Marianela estuviera tan obsesionada con Pablo. Con esa irremediable predisposición a la desgracia, era la novia ideal para Jude el Oscuro.

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